Nuestra guía para tu viaje de fertilidad en 2024
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marzo 30, 2024
Por el Comité Editorial de Reproclinic
Uno de los pasos que se dan dentro de un tratamiento de Fecundación in Vitro (FIV) es lo que llamamos “estimulación ovárica”. Este paso consiste en la administración de medicación hormonal a la paciente con el objetivo de obtener un mayor número de óvulos para fecundar en el laboratorio. En la mayoría de casos se obtienen más de un embrión para transferir y se congelan los embriones de buena calidad que no se transfieren para ser transferidos en un ciclo posterior (en caso de no embarazarse en el primer ciclo o bien, en el caso de que se produzca un embarazo, para poder tener la opción de un segundo hijo).
En este sentido, una pregunta con la que a veces nos encontramos por parte de nuestras pacientes durante el proceso es cuántos óvulos son necesarios para tener éxito en el tratamiento de Fecundación in Vitro. Ante esta pregunta es complicado poder responder de forma exacta, ya que, al margen de la cantidad, que es un factor muy importante y que siempre nos da más opciones para transferir, lo que más nos interesa a la hora de seleccionar los mejores óvulos es la calidad de los mismos.
La calidad de los óvulos equivale a la capacidad que tienen para ser fecundados y dar lugar a embriones con posibilidades de implantar cuando se realice la transferencia al útero de la paciente.
Es cierto que cuantos más óvulos obtenemos, la probabilidad de que al menos uno de ellos sea de calidad y permita la gestación será mayor. Sin embargo, si su calidad no fuera la suficiente, será difícil conseguir un embarazo.
Uno de los factores más importantes en relación a la calidad de los óvulos es la edad de la mujer.
Es muy importante que las mujeres conozcan y sean conscientes de que la cantidad de óvulos que tienen se agota con el tiempo, decreciendo según avanza su edad, por lo que éstos se irán perdiendo a lo largo de su vida reproductiva hasta llegar a la menopausia.
Pero además de una disminución en términos de cantidad, ésta irá acompañada de una disminución de la calidad de los óvulos.
Cuando la mujer alcanza los 35 años de edad, esta pérdida de calidad se vuelve notable, siendo espacialmente acusada a partir de los 40 años, momento en el que la probabilidad de alteraciones genéticas en los embriones es mayor.
Ante el descenso de la cantidad y calidad de los óvulos, poco podemos hacer. Aunque es muy probable que una mujer a sus 35, 37 o 40 años esté en el momento más pletórico de su vida, lo cierto es que su reloj biológico no juega a su favor en este sentido.
Por suerte, gracias a la vitrificación de sus óvulos, una sencilla técnica que los congela de forma ultrarrápida, pueden preservar su fertilidad hasta decidir cuál es su mejor momento para ser madre, sin que sus óvulos pierdan calidad y sigan manteniendo la misma edad que a la que fueron vitrificados.
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