22 Jul Preservación de la fertilidad: ¿cuándo se puede hacer y para qué sirve?
En el pasado, el concepto de preservación de la fertilidad se consideraba algo impensable. Sin embargo, las últimas décadas han demostrado que no sólo es posible y completamente segura, sino que millones de personas en todo el mundo nacerían gracias a ella. Las tecnologías modernas han brindado a muchas personas hoy en día la posibilidad de no tener que elegir entre su estilo de vida moderno y su deseo más íntimo de, algún día, formar una familia.
La mayoría de vosotros probablemente ya sepáis que la posibilidad de que una mujer se quede embarazada disminuye mientras mayor sea su edad debido a una disminución de la reserva ovárica y de la calidad de los óvulos. Sin embargo, ésta no es la única razón por la que alguien podría considerar un tratamiento de preservación de la fertilidad. A veces, las personas con determinadas afecciones médicas también optan por un tratamiento de este tipo, con el fin de asegurarse de que podrán ser madres o padres en el futuro. La buena noticia es que, hoy en día, gracias a las innovadoras técnicas de vitrificación, los óvulos y los espermatozoides se pueden criopreservar sin que su calidad se vea afectada en modo alguno. Esto es posible gracias a los crioprotectores que se introducen en las muestras, que logran proteger a los gametos de cualquier alteración, ¡incluso a temperaturas tan bajas como -196 °C!
Esta posibilidad ofrece a las mujeres un control único sobre su futura maternidad, ya que su reloj biológico se congela en el momento en el que deciden congelar sus óvulos (ovocitos). En palabras simples, incluso en el futuro, tendrán las mismas posibilidades de lograr un embarazo que las que tenían en el momento en que se realizó la criopreservación. Una vez congelados, la calidad de los óvulos no disminuye como suele ocurrir de forma natural, lo que permite a la mujer o a la pareja utilizarlos cuando se den las circunstancias adecuadas. Esta característica es especialmente atractiva para las pacientes femeninas que tienen que someterse a tratamientos de radio o quimioterapia que podrían afectar negativamente su fertilidad futura, o para las que tienen que someterse a cirugías que afectarían directamente sus órganos reproductores.
Con respecto a los pacientes masculinos, rige el mismo principio: una muestra de semen congelada permite que la calidad de los gametos se mantenga en perfecto estado y, sobre todo, inalterada. Una vez congelada, incluso después de años, la calidad del semen de un hombre será la misma que la de su juventud, cuando estaba en su etapa más fértil, lo que permitirá facilitar el futuro embarazo de su pareja. La mayoría de las veces, esta técnica es la mejor solución preventiva para los hombres que tienen que someterse a tratamientos agresivos como parte de sus tratamientos contra el cáncer, que podrían tener consecuencias adversas para su futura fertilidad.
Sin duda, quienes optan por un tratamiento de preservación de la fertilidad están tomando una decisión de la que probablemente no se arrepentirán. En cualquier caso, tanto si se hace por una razón personal como médica, esto sólo demuestra que estas personas son responsables y que tienen esperanzas en su futuro. Se dan cuenta de que, si no toman las medidas preventivas, un día podrían no ser capaces de tener sus propios hijos biológicos. Cuando se hace por una razón personal, como querer asegurar un entorno más estable para su bebé, también significa que a la hora de tenerlo, las personas serán más maduras y más preparadas. Desafortunadamente, muchas veces, justo cuando sienten que ha llegado el momento adecuado, encuentran dificultades para concebir de forma natural. Aquí es donde la medicina y la tecnología moderna intervienen y ayudan a compensar esta fertilidad significativamente menor.
Por último, si os preguntáis cuál es la edad ideal para preservar la fertilidad, la respuesta más común es entre los 20 y los 30 años, ya que son los años más fértiles tanto de las mujeres como de los hombres. Es de suponer que, durante estos años, la calidad de los óvulos y espermatozoides es la más óptima como para ser criopreservados. Y una buena calidad de los gametos es un requisito previo para obtener embriones de buena calidad, que, a su vez, aumentan las posibilidades de éxito de un tratamiento de FIV.
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