10 May ¿Cómo se crea la vida en los laboratorios de Fecundación in Vitro?
Por el Comité Editorial de Reproclinic
Nos lo preguntáis muchas veces en consulta y hacéis bien. Uno de los grandes misterios de la reproducción asistida es el de cómo se gesta la vida en los laboratorios; cómo, con los espermatozoides y/o los óvulos de nuestros pacientes, conseguimos crear los embriones que serán después transferidos a las futuras mamás.
Éste es un proceso maravilloso mediante el que ayudamos a muchas pacientes a cumplir su sueño de formar una familia y, por mucho que nosotros tengamos la suerte de vivirlo en nuestro día a día, es cierto que puede ser un poquito difícil de entender. Por eso mismo, hoy vamos a intentar explicároslo de manera sencilla para que entendáis mejor lo que pasa en nuestros laboratorios.
Antes de empezar, tenéis que saber que la Fecundación in Vitro (FIV) consiste en la unión del ovocito y el espermatozoide en el laboratorio, de esta forma, los códigos genéticos del espermatozoide y del óvulo se combinan para dar lugar a un embrión. Las células de dicho embrión se van dividiendo y, tras cinco días de desarrollo, se llega al estadio que llamamos blastocisto; es entonces cuando procedemos a transferirlo al útero de la futura mamá para que pueda implantarse.
Pero antes de llegar a este punto, hay todo un proceso previo, cuyas diferentes fases os descubriremos a continuación:
El primer paso es el de estimular los ovarios mediante la dosis de medicación más adecuada para cada paciente y conseguir así el mayor número de óvulos de calidad posible. El crecimiento de los folículos, que es dónde crecen los óvulos, se controla entonces mediante ecografías periódicas.
Una vez llegado el momento, el siguiente paso consiste en extraer los óvulos de la paciente mediante una punción ovárica controlada ecográficamente: una intervención muy sencilla, que tan sólo requiere una sedación muy suave, que no impide siquiera que la paciente se pueda ir a casa ese mismo día.
¡Y ahora llega uno de nuestros momentos preferidos! Una vez que hemos analizado la muestra de semen de la pareja (o del donante según el caso), seleccionamos los mejores espermatozoides y los ponemos en contacto con cada óvulo para que se produzca la fecundación de forma prácticamente natural, aunque en el laboratorio claro. Cuando este proceso no se produce de forma espontánea, aplicamos una técnica llamada ICSI, que consiste en introducir el espermatozoide en el interior del óvulo mediante una micropipeta, para que se formen así los esperados embriones.
Estos embriones permanecerán después en cultivo en nuestro laboratorio durante varios días mientras vamos siguiendo y analizando su evolución. No todos los ovocitos tienen la capacidad de ser fecundados ni todos los embriones la de dividirse correctamente y llegar al quinto día, hasta ese estadio llamado blastocisto. Llegado a este punto, el embrión ya ha superado dos momentos clave de su desarrollo y tiene potencial de embarazo; pero, de nuevo, no todos los blastocistos tienen las mismas posibilidades de implantarse y, por ello, es sumamente importante tener un equipo de biólogos tan experimentado como el nuestro, que sepa seleccionar los embriones con mejores características.
Llega entonces el mágico momento de su transferencia al útero de la futura madre y la dulce espera hasta la llegada del bebé. Además, los embriones restantes de buena calidad se vitrificarán a la espera de que se quiera hacer otro tratamiento, puede que para ampliar la familia…